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20/4/16

Las tres ratitas presumidas...

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Hola, Finuc@s!

Cuenta la leyenda que el Ratón Pérez se pasa las noches viajando por las casas de los niños a los que se les caen sus primeros dientes de leche, y que ellos esconden debajo de la almohada esperando encontrarse, al día siguiente, una moneda como premio por ese tesoro...  Pues bien, hoy os contaré la historia de tres ratoncitas, coquetas y presumidas, que se encontraron un día entre los carretes de hilo, las tijeras de bordar y los acericos de alfileres de el taller de Cá la Fina...


Erase una vez  una soleada tarde de primavera, en la que la Fina, como es costumbre,  se encontraba trasteando en su taller y cosiendo sus encargos, cuando de pronto, sonó su whatssap (ya sé que esto no ha quedado muy literario, pero fue así) y en él había un mensaje que decía que a Miriam se le estaban empezando a mover dos dientes...


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"Sería conveniente ir preparando un saquito para dejárselos al ratoncito Pérez"...  Pues sí, pero tratándose de llamar su atención en medio de tantos juguetes como hay en un cuarto infantil, qué mejor que dejar la bolsita al cuidado de una coqueta ratoncita...  La ratona Miriam andaba ya por el taller acicalándose y poniéndose bien guapa, con su delantal de florecitas rosa y un gran lazo en medio de sus grandes orejas de ratón cuando, de pronto, volvió a sonar el móvil de la Fina: otro whatssap.  "Es que Julia va a cumplir años, ya son seis, y pronto llegará la hora de dejarle sus dientes al Ratón Pérez.  ¿Otro saquito...?"


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La ratona Miriam se puso la mar de contenta cuando apareció Julia, porque no es lo mismo estar sola que tener una amiga con la que charlar y hablar de modelitos.  La ratoncita Julia se decidió por un delantal con estampado floral en tonos rosa y verde pistacho y lazo coordinado del mismo color.  Y allí andaban las dos, haciendo bolitas con los hilos de los hilvanes y montones con los retales de las telas que iba recortando la Fina.  Para unos ratones, aunque sean de algodón y rellenos de foam, un taller lleno de hilos y retales es un paraíso en el que jugar!

No os lo váis a creer...  ¡Volvió a sonar el whatssap!  Por aquél entonces, las fotos de Miriam y Julia habían ido de móvil en móvil y estaban triunfando lo más de lo más.  No sólo eran las ratoncitas más fashion del mundo mundial, sino que a la espalda llevaban una bolsita, la mar de coqueta, de cuadritos vichy de color rosa, en la que guardar con cuidado los dientes de las niñas.  Tanto fue su éxito y su fama,  que llegó el encargo de coser una tercera ratona, la que iba a acompañar a Alba en su almohada en esas noches en las que tuviera que esperar la llegada del ratoncito Pérez.


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La ratona Alba se quedó muy sorprendida cuando llegó al taller y se encontró a Miriam y Julia con todo el tenderete que tenían montado allí.  "¿Y vosotras qué hacéis aquí?", les preguntó, y las otras dos tardaron poco en responder: "Pues aquí estamos, arregládonos y poniéndonos bien monas.  Es que yo esta noche tengo una cita con Ratón Pérez!", dijo Miriam.


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Julia se la quedó mirando, patidifusa, con esos grandes ojos de botón, y le dijo "no me lo puedo creer, si la que tiene la cita soy yo!".  Y a Alba le faltó tiempo para intervenir y aclarar las cosas: "creo que estáis confundidas, la que ha quedado con él soy yo, mirad que delantal rosa y que moña tan graciosa me he puesto en lo alto de toda la cabeza.  ¡Si hasta me he hecho un nudo en la cola!"

Y allí se quedaron un buen rato intentando aclarar quién es la que había quedado para esa noche con el galán en cuestión...  Me da en la nariz que mucho ratón va a tener que ser Pérez si quiere tener contentas a tantas conquistas femeninas, y que muchas vueltas va a dar recogiendo los dientes de estas niñas, Miriam, Julia y Alba.  Ese es su problema, se lo ha buscado él solito por conquistador.  De lo que no tiene que olvidarse es de ir dejando su moneda en el saquito de cada una cuando se lleve el diente...eso sí que no!


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Pero....¡alto!  Que es que aquí no acabó la historia.  Las tres ratonas acabaron por hacerse amigas y decidieron dedicar la tarde a lo que más les gusta: arreglarse, peinarse y ponerse toda clase de complementos, y se lo pasaron pipa, porque por allí andaba el estuche coletero de Nahia, otra niña coqueta que quería tener un sitio en el que mantener recogidos y ordenados todos sus accesorios para el pelo.


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Las tres ratitas pensaron que la idea de tener un estuche como ése era maravilloso, porque podrían llevarlo a todas partes con todas sus cosas, como iba a hacer la pequeña Nahia, y cambiar de look en cualquier momento.  Eso estaría genial...  Y se volvieron hacia mí, mirándome otra vez con sus ojitos de botón...  hasta que dije "¡no! ¡basta! cada una a su casa y a su almohada, que sólo me faltaba a mí acabar hablando con muñecos..."

Y hasta aquí la historieta de hoy.  Espero que os hayan gustado las ratonas y que no me lo tengáis en cuenta si me va la pinza alguna vez como hoy.  Es lo que tiene pasar muchas horas encerrada entre carretes de hilos, tijeras de bordar y acericos de alfileres...  Esto... ya lo he dicho antes, ¿no?  Bueno, que se os quiere un montón, así que muchísimas gracias por haber estado este ratito aquí conmigo.  Nos leemos la semana que viene...¡chao!


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