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1/3/17

Piratas y autobuses

estuches-escolares-personalizados

Hola, Finuc@s!

Aquí estoy de nuevo, navegando contra viento y marea, porque os prometí que no faltaría a nuestra cita semanal, o que lo iba a intentar al menos, y como soy mujer de palabra (y terca como una mula, no nos olvidemos) pues aquí vengo con estos estuches escolares llenos de colorido y de motivos infantiles, a contaros una historia de amor-odio que tengo con ellos, a pesar de lo bonitos y lo llamativos que son, que reconozco que lo son, pero no siempre los vi así...





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El primero que os enseño es éste que personalicé, hace ya algunas semanas, para Paúl.  Si el nombre os suena es porque ya ha sido protagonista de un post, como aquél en el que aparecía bordado en una mochila de guardería y una bolsa de desayuno.  Esta vez, su tía Marina quiso hacerle de nuevo un regalo personalizado y especial, y volvió a contarme su idea para sorprender a Paúl.

Hace ya mucho tiempo, en los comienzos de Cá la Fina (lo digo como si fuera cosa del siglo pasado...) me encargaron un estuche de colores como los plumier de plástico que venden en las papelerías, pero de tela, para que lo pudiera personalizar con el nombre del niño al que se lo iban a regalar.  Como todas las cosas que hago por primera vez, el dichoso plumier me dio mucha guerra, porque una cosa es tener la idea clara en la cabeza y luego que te quede chachi cuando la trasladas a la tela...  Así que, una vez que lo hube acabado, respiré aliviada y colgué la foto, aquí en el blog y en Facebook, más que nada como si fuera una prueba de mi superación y mi lucha contra la adversidad...  Vamos, que la puse pensando "anda, anda, que Dios te lo manda...no vuelvo a hacer uno así en la vida!"


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Pero como la vida es muy cuqui, y le gusta ponerte a prueba una y otra vez, sobre todo cuando ya hace tiempo y ni te acuerdas de aquello que pasó, hace pocas semanas llega Marina y me cuenta que lo ha visto en la fan page, que qué bonito y que por qué no lo hago uno así a Paúl...  Y que ya puestos, a ver si podría cambiarle el camión que llevaba el original por un autobús azul, para que se pareciera a "Tayo, the little bus", el protagonista de unos dibujos animados que tienen como loco al peque.

Marina no lo sabe, se enterará ahora, pero a mí este encargo me cayó como un jarro de agua fría...  De todas las cosas que hay en la tienda y en el blog, había ido a fijarse justo en aquél estuche escolar que me había dado tantos quebraderos de cabeza.  También es verdad que para niños no hay muchas más cosas en las que fijarse, no pasa como con las niñas, que tienen más donde elegir, pero bueno, ahí estaba yo, diciendo que sí y cruzando los dedos para que esta vez la cosa fuera más fácil...


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Y lo mejor de todo es que a mí se me había atravesado el estuche aquella primera vez porque le estuve dando muchas vueltas hasta que me quedó medio bien, y todo ese tiempo perdido en pulir detalles lo tenía adelantado ahora, así que todo fue empezar, venirme arriba, y salir todo rodado, nunca mejor dicho.  Vaya, lo que os he contado otras veces, que me había dado un arranque de artista bohemia (como si yo lo fuera), que le había cogido yo manía al estuche sin ton ni son, porque lo cierto es que me había quedado la mar de chulo y no me había dado ni la mitad de trabajo que la primera vez...


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Toda orgullosa del resultado, volví a colgarlo en las redes, y de nuevo volvieron a fijarse en él, esta vez fue Lola, autora del blog "Pequeños accidentes", un espacio de cocina fresco y acogedor donde aprender recetas sencillas y muy resultonas.  Lola se fijó en varias cosas, no sólo en el estuche, y una tarde, conversando vía Messenger, me contó que iba a recibir la visita de sus sobrinos, que venían de Málaga y que les quería hacer unos regalos.  Para la niña pensó en una camiseta con la chulapa, pero reinterpretó la anchoa convirtiéndola en boquerón, por aquello del apodo con el que se conoce a los malagueños...

Y para el niño, Rafa, volvió a enamorarse del estuche de tela...  ¿Sabéis aquél dicho de "no quieres caldo, pues toma dos tazas"?  Pues eso, ya no eran dos, sino tres, con la diferencia de que, de tanto hacerlo, ya le pillado el truquillo y hasta cariño, diría yo.  A Rafa le encantan los piratas, por lo visto, así que el tema del estuche escolar es completamente marinero, desde el estampado náutico del exterior hasta el barco pirata que lo decora y las rayas rojas y blancas.


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Por dentro, igual que los anteriores, está lleno de rotuladores, lápices y accesorios para que a Rafa no le falte de nada en el cole, en casa o donde quiera que se lo lleve, y pueda pasar horas y horas dibujando y pintando.

Lola quedó encantada con el resultado (y no sabéis cómo me alegro, porque cuando voy a mi aire lo paso mal hasta que me dicen "¡me gusta, Fina!"), y puedo presumir de que cuento ya con otra fan de Cá la Fina, porque también tiene uno de los bolsos de la colección "Coccó", con esa tela "París" que tanto está gustando, y puedo adelantar que estamos en conversaciones para algo más que será toda una sorpresa y algo muy, muy especial.  Ahí lo dejo.


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Así que ésta es la historia de amor-odio de la que os hablaba al principio: una historia que comenzó cogiéndole mucha manía al plumier (porque fue muy laborioso al principio y me dio mucha guerra) y que ha terminado con mucho love, porque ya le tengo cogido el truquillo y se ha convertido en un regalo especial y único que personalizo con mucho gusto.  Al fin y al cabo, es la misma historia que se ha ido repitiendo con cada una de las prendas que han ido apareciendo por Cá la Fina: me pasó con la primera camiseta (que el punto se me rompía), con la primera mochila de guardería (que tardaba un siglo en terminarla) o con el primer neceser (hasta que aprendí a coser bien las cremalleras), y ahora ya no hay ninguno que se me resista, o casi, porque aquí las novedades y los retos están a la orden del día...

Creo que no podía haber nada mejor que estos lápices y rotuladores de colores para dar color y alegría a este post, ¿no os parece? Por eso me voy toda contenta, con el deber cumplido y con ganas de volver ya con el próximo y con más cosas que contaros, espero que coloridas y alegres también.  Voy a repartir como siempre millones de besos y abrazos, y daros las gracias por la visita.  Me ha encantado teneros por aquí.  Chao!




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