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29/1/18

Dibujando flamencas...



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Todo diseño tiene una idea previa, un boceto que acaba convirtiéndose en dibujo o maqueta, en mi caso, en flamencas de fieltro para coser en prendas, pero hoy vengo a contaros una pequeña historia: cómo una de esas flamencas de fieltro y tela acabó cobrando vida en un dibujo a lápiz y bolígrafo.  El mundo al revés.

Hola, Finuc@s!

Vamos por partes, porque la historia tiene su miga.  Seguro que habéis escuchado hablar muchas veces (y pensado en ello, seguro) de eso de que "¿qué fue primero, el huevo o la gallina?".  Salvando las distancias, la verdad es que la comparación no sea quizás la mejor, pero la cosa va un poco por ahí.

Cuando empecé a crear los diseños de Cá la Fina, y pensé en una flamenca que pudiese representar mi estilo y mi forma de interpretar, busqué inspiración en muchas fotos de modelos y de artistas, y con todo ese batiburrillo de ideas rondando por mi cabeza, surgió un dibujo bastante simple de lo que podía ser una carita flamenca.  Simple, porque no soy Da Vinci dibujando, precisamente, y, porque, además, tenía que bordarlas en tela, con piezas de algodón y de fieltro recortadas y superpuestas, y eso no admite muchas filigranas que digamos, seamos realistas...

Así que mi boceto para recortar las plantillas, de las que luego nacen mis flamencas, son tan simples como el resultado que luego véis en las camisetas, capazos, bolsos, y muchas cosas más, aunque yo (será pasión de "madre") les adivino expresión, sentimientos, y las imagino bailando o interpretando.  Por eso siempre quise tener un cuadro, un dibujo en condiciones que reflejara cómo serían mis flamencas si fuesen mujeres reales, que se pintan sus ojos y sus labios, se colocan su flor en el pelo y se visten con volantes.

Y ahí es donde apareció Montse Durán.


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Montse Durán es una auténtica artista del Renacimiento.  Antes os nombraba a Da Vinci, pues bien, ella podría ser "la Da Vinci" del siglo XXI, una artista completísima que domina las técnicas del dibujo, la escultura, se atreve con los diseños de bisutería, el crochet y hasta la costura, y encima, lo hace todo bien.  Da hasta un poco de coraje... ¡es broma!  Es que la admiro un montón.

La conozco a través de internet desde hace unos años (cosas buenas que tiene el Facebook), y he tenido entre mis manos alguno de esos abanicos que pinta y decora tan maravillosamente, y alguna de esas figuras que crea en arcilla polimérica, sus "coquetas", y puedo decir que te quedas con la boca "desencajá", porque son una preciosidad.  Si os va picando un poquito la curiosidad, eso se arregla con una visita a su blog, Casitadefieltromont, o a su fanpage, y ya veréis que no digo mentira.

Como toda buena artista, Montse no para nunca quieta, y si está demasiado tiempo con lo mismo, se cansa, se aburre y tiene que cambiar de técnica para dar rienda suelta a sus musas, y, últimamente, lo que más le vemos son dibujos de personajes imaginarios y retratos de personas que le hacen por encargo, y es para flipar.  Por lo menos, yo flipo en colores con el realismo y los detalles que dibuja en ellos, y más aún cuando te dice que lo hace con...¡bolígrafos!  Pero, ¿cómo puede dibujar con tanto realismo con un bolígrafo, sin poder enmendar nunca ninguna línea, ningún trazo?  Si yo me pongo a rellenar la dirección en un sobre y algún tachón se lleva, fijo, y eso que son cuatro letras y dos números, virgen del amor hermoso, ¿cómo lo hace?  "Pues si me equivoco, le hago un invento y ya está, pero nunca vuelvo a empezar".  Y te lo dice como la cosa más normal del mundo...

A ver si en este vídeo que os he dejado podéis ver una pincelada (nunca mejor dicho) de cómo trabaja con su boli, y a ritmo de música salsera, lo cual tiene aún más mérito, creo yo, jajajaja.


Un día, de la forma más imprevista, en medio de una conversación, se me ocurrió la idea de pedirle que "le diese vida", a través de sus dibujos, a una de mis flamencas, y Montse, ni corta ni perezosa, aceptó el reto.  Desde ese día, fui recibiendo pequeños adelantos de lo que iba a ser el resultado final, los mismos que os he enseñado más arriba, en ese collage en el que se ve la evolución del dibujo.  Yo estaba tan ilusionada que me hubiese quedado ya con el primero, a mí me parecía una verdadera pasada, pero verlo avanzar e ir definiéndose cada pestaña, cada pliegue, cada mechón de cabello fue maravilloso.  Y más maravilloso aún cuando, con una gran modestia, Montse me confesó que era completamente autodidacta, que nadie, repito, NADIE la ha enseñado a dibujar así...


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A Montse le daba la risa cuando me veía tan alucinada diciendo "eso no puede ser, ¿cómo que has aprendido sola? ¿Nunca te han llevado a estudiar Bellas Artes, por ejemplo?"  Y me confesaba que no, que desde pequeña siempre pedía pinturas y lápices como regalo, pero que su madre intentó llevarla una vez a clases de pintura y allí se aburría como una ostra...  Eso de tener que respetar unos volúmenes y trazar líneas sobre los retratos para cuidar las proporciones no iba con ella.  Lo suyo es trabajar "sin red", con el folio o el lienzo en blanco, trasladando todas esas líneas que hay en su cabeza y su imaginación hasta el papel.  Y si la profesora (que debía tener menos idea que ella, a la vista de que no supo ver el talento que tenía aquella niña), si aquella profesora se empeñaba en que pintase bodegones, Montse le decía que le diese pinceles, que ella quería ir directa al tomate, sin perder tanto tiempo...  Por eso duró poco en esas clases...  Eso que se perdieron.

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El caso es que, gracias a este encuentro y esta gran colaboración, yo tengo por fin un dibujo en el que se reflejan perfectamente el rostro, las facciones y la expresión de mi flamenca, todas aquellas cosas que yo no puedo trasladar al fieltro, pero que sé que están ahí, y que es tal y como yo la pensé, como imaginé que sería.  En eso Montse me adivinó el pensamiento a la perfección, y lo dibujó con un boli sobre esta cartulina que véis.

Ahora lo tengo presidiendo mi taller, llenándome de inspiración, de ideas y de proyectos, porque tengo la sensación de que, si todo sale como espero, esta flamenca traspase el papel y se convierta en protagonista de nuevos diseños para esta temporada, a la que voy a tener que llamar "Dibujando flamencas" (no voy a tener más remedio, ¿no os parece?).


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Me gustaría pensar que ahora os pasará como a mí, y cuando veáis las flamencas de fieltro cosidas, como en estas mochilas, o en cualquier camiseta o capazo, os vendrá el recuerdo del dibujo de Montse Durán, y las miraréis con otros ojos, porque han conseguido ser trocitos de tela y fieltro que han cobrado vida, como en los cuentos, gracias a la "magia" de un dibujo, y la simpleza de sus líneas son las de una flamenca que nada tiene que envidiar a las de Julio Romero de Torres, que "pintó a la mujer...morena...", como dice el pasodoble.


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Me ha costado volver al blog (entono un mea culpa), por razones de trabajo, y es que una no es un pulpo con ocho brazos que puede llegar a todo (qué más quisiera yo), pero lo estaba deseando, sobre todo para poder compartir con vosotr@s la belleza de este maravilloso dibujo, que se merece no sólo un ole, sino un ole, ole y ole!  

Desde aquí voy a enviarle un abrazo muy achuchao a Montse por ponerle tanto cariño a este encargo y haberlo hecho realidad.  Y ya sabéis, si tenéis algún proyecto en mente para un retrato no dudéis en poneros en contacto con ella, os la recomiendo al cien por cien, vamos, como si fuera yo misma.  Os vais a quedar alucinad@s!

Y ahora os digo hasta pronto, hasta luego, hasta la vista, porque no sé cuándo será, espero que muy prontito, si me dejan las tareas costuriles, pero para no tener que comerme mis palabras, no os pongo fecha, y así os doy una sorpresa también, que eso mola.

Muchas gracias por estar ahí y muchos besos.  Os quiero mil.  Chao!




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