Hola, Finuc@s!
Las mujeres pasamos por distintas épocas en lo que a la elección de bolsos se refiere... Me explico: hay momentos en que prefieres un bolso pequeñito, que te permita llevar las llaves, el móvil y poco más; otras en que necesitas un poco más de capacidad para llevar lo imprescindible (que suelen ser un millón de cosas), otras en que con un clutch mono ya haces el apaño... y luego viene cuando eres mamá.
Cuando te conviertes en mamá, salir de casa a cualquier sitio parece que es como si te fueras de expedición al Himalaya: llevas tal cantidad de ropa, pañales, cremas, chupetes, biberones...que, o te vuelves loca con un montón de bolsitas para cada cosa (y siempre se te olvida la más importante), o decides hacerte de un buen "bolsón" en el que llevarlo todo contigo, cargártelo cual sherpa y "vámonos para la calle, que no me va a faltar de nada".
Como yo ya he pasado por esto y sé lo que se siente cuando te ves sin muda de recambio o sin pañales suficientes por no tener más sitio donde llevar más cosas, cuando me encargan una bolsa pañalera para llevarlo todo al hospital, o para salir luego de viaje, cojo un patrón que tengo de dimensiones considerables y confecciono una buena bolsa en la que "quepa de tó, y no falte de ná".
Hace ya varios meses que me llegó el encargo de una bolsa así para Joan, y que os enseñé en este post, y en su familia están tan contentos con ella que su tía Carolina (amiga bloguera de la que os hablo mucho) no deja de hacerme buena promoción y contarle a todo el mundo las excelencias de la bolsa. Y como el boca a boca es lo que mejor funciona en estos casos, tan buena publicidad ha hecho que a Lidia (amiga y bloguera a la que conocéis también) se le ocurriera que éste era el regalo perfecto para su primo Dylan.
Casualidades de la vida, a la mamá de Dylan se le había roto la bolsa que tenía para él y sus cosas, y Lidia andaba enamorada del color gris y del diseño que había utilizado para la primera bolsa, así que todo se dispuso para que le confeccionase otra pañalera igual, pero cambiando el estampado de las florecillas por uno de lunares. Como véis, el resultado sigue siendo muy tierno.
A Lidia se le cae la baba con los bebés (nunca mejor dicho), y como se trataba de un regalo especial para una personita muy querida, me encargó también el portadocumentos a conjunto, igual que lo llevaba la bolsa de Joan. Cuando se trata de su gente, esta chica "pierde el oremus" y busca todos los detalles para que sus regalos sean perfectos!
Yo ya sabía que a Lidia le iba a gustar el resultado porque, al ser amigas, nos seguimos mutuamente, y siempre está al tanto de todo lo que voy haciendo y me lo comenta y demás, pero lo que no me imaginaba era lo contenta que se iba a poner Fiamma, la mamá de Dylan, que enseguida me dio las gracias por mi trabajo y me contó la ilusión que le había hecho este regalo tan personalizado.
Y hablando de personalizar, ahora os enseñaré otra forma de darle un toque diferente a la misma bolsa, otra forma de que el mismo modelo o diseño parezca totalmente distinto. Así es la bolsa pañalera de Julia, en la que el orden está invertido: el fondo estampado es para la bolsa y el color liso para las asas.
Este encargo llegó a mi también gracias al boca a boca: a Sandra le regalaron una mochila de guardería para su niña, Julia (que os tengo que enseñar otro día junto con una colección que...ufff), y le hizo tanta gracia que se puso en contacto conmigo para encargarme otras dos para regalar a otros niños y una bolsa pañalera que hiciese conjunto con la mochilita de Julia.
No sé que tienen los búhos que gustan tanto, será por eso que dicen de que dan suerte, pero hay mucha gente que me pide que los use y los ponga como adorno, así que esta bolsa debe estar "llena de suerte", porque tiene buhítos por todos lados. Para que se distinguiera el nombre de Julia entre tanto dibujo, le puse un fondo de cuadritos vichy en el que destacaba perfectamente y le servía de decoración también. Ya sabemos que los complementos de las niñas se prestan más a llevar más adornos. Sandra también quedó muy contenta con el resultado de su bolsa, y seguro que ahora, cuando sale, no se le queda nada de nada atrás...
Cuando a veces me dicen "es que el trabajo a mano no está pagado", yo intento hacer entender (y no siempre lo consigo) que a veces la satisfacción no está sólo en el valor económico de las cosas que, ya se sabe que tienen muchas horas de trabajo, sino que se luego se ven recompensadas por los comentarios y las caras de felicidad de las personas que reciben algo hecho a mano y con cariño por ti. Otro día os hablaré de este tema, porque tengo para explicar anécdotas que parecen de chiste.
Pues éste ha sido el tema de hoy. Unas veces es flamenco, otras son bebés, unas veces son camisetas o capazos, y otras son canastillas y complementos para los más pequeños de la casa. Pero sea lo que sea, siempre están hechos con el mismo mimo, paciencia y cariño con el que hago todo lo que sale del taller de Cá la Fina. Espero que también os haya gustado, y que la semana que viene decidáis volver a pasaros por aquí. Yo encantada!
P.D.: Sssshhh, no sé si sabéis que en Facebook tengo un sorteo en el que regalo dos bolsos flamencos de la nueva temporada, para celebrar la llegada de la primavera y eso... Si os apetece participar en el sorteo (que es muy, muy facilito) pasaros y os apuntáis, que termina el 21 de marzo! Un beso grande y mil gracias. Chao!