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2/11/16

Camiseta marinera y "bodykas"

camisetas-personalizadas

Hola, Finuc@s!

El post de hoy es de ésos que sabéis cómo empieza, porque lo estáis viendo, con esa camiseta marinera, personalizada y tan llamativa en portada, pero ni os imagináis por dónde va a acabar, porque ni yo misma me lo imaginaba cuando empecé a pensar en escribirlo.  El caso es que como os tengo acostumbrad@s a ver cómo se me va la pinza, a ver cómo hilo cosas rarísimas unas con otras según se me van ocurriendo, pues se podría decir que ya estáis curad@s de espanto, que no os vais a extrañar de nada de lo que os cuente.  Así que vamos con ello.





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 La culpa de este nuevo desvarío vuelve a tenerla mi amiga Mayte, de la que ya os hablé en el post de la semana pasada.  Ya os conté que a Mayte se le ocurre encargarme las cosas más exclusivas del mundo mundial, y digo exclusivas por no decir raras,  porque a nadie más se le ocurre nada parecido, sus ideas siempre se salen de lo convencional.  Esta vez, supongo que para no matarme del susto desde primera hora, empezó hablándome de que quería que le confeccionase una camiseta de estilo marinero, que le recordara el mar y las playas de su Granada natal durante el frío invierno de Madrid.  
Y de ahí surgió la idea de este salvavidas un poco flamenco, rollo "Vacaciones en el mar", sobre una camiseta roja, brillante como la pasión que Mayte siente por su tierra, y con la alegría y el desparpajo que reparte por la capital madrileña.  "Quiero ser la envidia de las mamás del cole", me dijo, y parece ser que no ha pasado desapercibida, así que esto, visto lo visto,  ya lo tenemos conseguido.  

Pero lo siguiente fue aún mejor.  "Verás, quiero que me hagas un body de bebé que ponga Kas de naranja".  La suerte es que no vio mi cara cuando leí el mensaje,  pero yo creo que con los emoticonos que le puse se lo dejé bastante claro: estaba a-lu-ci-na-da.  "Pero, ¿cómo se te ocurren estas cosas, Mayte?  Esto, ¿a qué viene?"  Y Mayte, entre risas, me explicó una historia que, curiosamente, me resultó bastante familiar, luego os cuento por qué...


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Pero empecemos por el principio de los tiempos.  Resulta que Mayte tiene una cuñada asturiana, Tere, que está embarazada y está esperando a una preciosa bebé.  Como todos los embarazos, Tere está inmersa en esa dulce espera llena de ilusión por conocer a la criatura y de algún que otro antojo.  ¿He dicho antojo?  Pues sí, antojo, esa pequeña-gran necesidad que tienen muchas embarazadas, sin saber ni cómo ni por qué, de tomar algo o comer alguna cosa en especial, por rara que parezca, a cualquier hora y en cualquier lugar.  No os lo váis a creer: el antojo de Tere es el Kas de naranja.  Pero no cualquier otro refresco, sólo el Kas de naranja.  Y por lo visto,  tienen una juerga organizada entre la familia y los amigos a costa de esto...

Así que su cuñada Mayte ha tenido la genial idea de regalarle un body para la pequeña, que le recuerde siempre los antojos de Kas Naranja que tuvo durante el embarazo. Ah, y que fuese muy flamenco, porque aunque la criatura vaya a ser asturiana, su tía quería que tuviese un toque andaluz.  Y para eso recurrió... ¿a quién?  A una servidora, claro está, que para eso dice ella que soy aquello de la diseñadora de cabecera.  Y ahí tenéis a la Fina estrujándose el coco otra vez pensando en cómo darle forma a esta idea loca.

La verdad es que el body es tan chiquito que la frase "Kas Naranja" no cabía de ninguna de las formas, o no quedaba como a mí me gustaba, así que estuve inspirada y se me encendió la bombilla, y pensé en reproducir el famoso logo de esta bebida creada en 1952, el mismo año en que llegaba la Coca-Cola a España. Este refresco fue el resultado de los experimentos de José María Knörr, un empresario vasco (de origen alemán) al que se le ocurrió mezclar el zumo de naranja con la gaseosa que elaboraba la empresa familiar desde el año 1926.  El nombre comercial se les ocurrió al combinar la K del apellido con el nombre de la gaseosa, "As", y desde ese momento dejaron de un lado la fabricación de cervezas (que era lo que venían haciendo hasta entonces) para dedicarse enteramente a la producción de refrescos gasificados de varios sabores.  A pesar de la dura competencia de este mercado, sigue siendo todavía una marca de referencia en España, sobre todo en el norte, y si no, que se lo digan a Tere: no hay más que ver que, incluso,  se ha convertido en el antojo de una embarazada!


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Y ahora viene cuando hilo esta historia con mis anécdotas personales y os cuento porque me resultó tan familiar este caso.  Cuando yo era pequeña (imaginaros cuánto hace de eso ya...) y salía con mi familia de paseo a tomar algo, recuerdo que siempre, pero lo que se dice siempre, pedía para beber refresco de naranja.  En aquél entonces era más popular la Fanta y la Mirinda, que ya ni existe, pero yo siempre pedía bebida de naranja, y mi hermano (el segundo, porque somos tres) pedía Coca-Cola.  Siempre igual, sin fallar nunca: yo, naranja, él, cola.  Y mi madre siempre nos contaba la misma historia, y es que durante mi embarazo siempre tenía antojo de refresco de naranja, y cuando se quedó embarazada de mi hermano se cambió a la cola, y se le apetecía mucho más.  ¿Casualidad?  Pues  no sé, pero la verdad de la historia es ésta, así que algo tuvo que influir los antojos de mi madre en los gustos personales de cada uno, pienso yo...


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La segunda anécdota que os contaré tiene que ver con mis propios embarazos, con los de mis dos hijos.  Desde siempre he tenido más debilidad por las niñas que por los niños, más que nada por un tema estético, porque para mí tener una niña era como volver a jugar con las muñecas y sus vestiditos, pero mira por dónde, la primera vez que quedé embarazada nació mi hijo Guillermo, un niño guapísimo del que no os voy a hablar hoy porque llenaría muuuuchos posts.  El caso es que no me importó que fuera niño porque, como no tenía ningún hijo todavía, me daba realmente igual, y ya os digo que me hizo la misma ilusión.

Otra cosa fue ya con el segundo embarazo.  Cuando mi marido y yo quisimos ir a buscar a nuestro segundo bebé, a mí se me metió en la cabeza que tenía que ser niña, porque yo quería tener mi parejita por encima de todas las cosas.  Y la verdad es que poco se puede hacer en estas circunstancias, por mucho que te empeñes...o sí, depende de cómo se mire...  

En mi primer embarazo, como a toda mamá primeriza, las dudas y las preguntas me asaltaban a cada instante, y como la mejor arma para vencer esos miedos es la información, me hice asidua lectora de las revistas que tratan temas de maternidad y embarazo.  Revista que caía en mis manos, revista que devoraba en busca de respuestas y soluciones a todas mis dudas.  Y mira por dónde, un día leí un artículo que hablaba de cómo favorecer la fecundación en un embarazo para que hubiese más probabilidades de concebir una niña o un niño a través de la alimentación.  Vamos, que algo se podía hacer sin tener que recurrir a los laboratorios ni a cosas raras, simplemente predisponiendo el metabolismo del cuerpo de la mujer para que fuese más propenso a concebir un bebé de un sexo o del otro.  Y una de las cosas que podían influir era la ingesta de alimentos ricos en calcio y magnesio en los días previos a la concepción, alimentos como frutas del tipo cerezas, fresas, piñas, pomelos, mandarinas y, por supuesto ¡naranjas!

Al parecer, consumir este tipo de alimentos hace que el ph del moco cervical de la mujer sea más ácido, y cuando entran los espermatozoides con carga Y (masculinos), que aunque son más rápidos, son más débiles también, mueren rápidamente, mientras que los espermatozoides que llevan el cromosoma X (femeninos), que serán más lentos, vale, pero ellos, erre que erre aguantan lo que les echen, resisten mucho más, lo que hace que tengan muchas más probabilidades de fecundar el óvulo en un medio ácido.  Simplificando: que si tomas mucho zumo de naranja, por ejemplo,  predispones a tu metabolismo para que sobrevivan en él los espermatozoides que fecundan niñas.  Chim pun!

Espero que mi amiga Carolina, de "Mi meta, tu salud" no me tache de "intrusismo blogueril" cuando vea que hablo de cosas de éstas, porque para nada es mi intención,  pero ésta fue mi experiencia y así os la he contado.  No digo que esté en lo cierto al 100%, lo mismo no me acuerdo bien y lo he contado mal (todo podría ser), pero cuando mi marido y yo pensamos en concebir a nuestro segundo bebé, yo no sé si fue la casualidad o que me dediqué a beber zumo de naranja a todas horas (además, se me apetecía en aquellos meses previos), lo que sé es que cuando el ecógrafo me dijo que era una niña lo que venía en camino sólo me faltó hacer la ola!  Y ahí está mi hija Judit, a la que también vais viendo por aquí de vez en cuando...


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¿Tenía o no tenía razón cuando os anuncié de que el post iba a empezar de una manera e iba a acabar por los cerros de Ubeda?  Pues así soy yo, que me lío de una cosa en otra, que un tema me va sugiriendo otro, y sé cómo empiezo, pero nunca sé por dónde terminaré... La cosa iba de camisetas y bodys de bebé, y ha acabado hablando de trucos para concebir niñas... Cualquier día acabo con una camisa de fuerza puesta. 

A Tere no le vamos a preguntar por los detalles de su embarazo y la concepción, vamos a dejarla tranquila que siga disfrutando de este momento único, que bastante impaciente estará por ver la cara de su niñita.  Seguro que todo va a ir fenomenal!  Y a vosotr@s no sé si preguntaros qué os ha parecido el post de hoy, porque lo mismo me llevo una sorpresa...¿o no?  Mejor me agarro a este salvavidas y salgo nadando en busca de nuevos horizontes!  En serio, muchas gracias por haberos quedado hasta el final y muchos besos porque sois lo mejor del mundo mundial.  Hasta la semana que viene.  No me preguntéis de qué va a ir el post porque, ¿para qué? Si ni yo misma lo sé.  Mejor os sorprendo.  Chao!


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