Hola, Finuc@s!
Estos días he visto una viñeta en las redes sociales que me ha hecho mucha gracia, en la que una mamá preguntaba a su hijo qué tal le había ido en el primer día de clase y él, cargado con su mochila a cuestas, le respondía "ah, pero ¿hay que volver?"
Pues no os voy a negar que me siento bastante identificada con las dos partes. Con la mamá, obviamente, porque lo soy, y es la pregunta que todas hacemos el primer día (y casi todos) a nuestro hij@s, Y con el niño, porque me ha costado Dios y ayuda volver a ponerme al frente del blog, os lo aseguro. Y eso que me costó desengancharme y tomarme vacaciones, no sabía cómo desconectar, el primer impulso de cada día era mirar los correos y sentarme delante de la máquina de coser, pero, con el pasar de los días, le he ido cogiendo el gustillo y por poco me pongo a llorar pensando que tengo que volver... Bueno, esto quizás ha sido una exageración, para quitarle hierro al asunto e ir entrando en materia, que son ya cinco semanas sin vosotr@s!