Hola, Finuc@s!
El título del post de hoy casi parece el de una película de Almodóvar, pero es que el tema casi da para un guión de película también. Porque las cosas que a mí me pasan no son normales, la verdad sea dicha, y no he salido de guerras galácticas cuando ya estoy en Baviera con una chulapa que promociona anchoas... ¿Que me he vuelto loca? No os digo yo que no, pero mejor os explico la historia de estos bodys de bebé personalizados y así me entendéis un poco más, ¿vale?
Pues nada, que la semana pasada ya os anunciaba que mi amiga Mayte volvería a la carga, y aquí la tenéis otra vez con otro de sus encargos surrealistas. ¿Por qué digo que son surrealistas? Porque ella decide hacer un regalo personalizado y enseguida se pone a pensar y a hacer asociaciones de ideas para que ese regalo sea lo más único y especial del mundo mundial.
Si queréis recordar alguno de sus encargos anteriores, no os perdáis las camisetas inspiradas en Asturias y el body Kas, que eso fue el no va más. Pero cuando ya pensaba yo que no se le iba a ocurrir ninguna otra idea peregrina, allí va ella y me lanza otro reto: "mira, que quiero regalarle a unos amigos, compañeros de carrera de mi marido, unos bodys personalizados para sus nenas, con algo que tenga que ver con sus lugares de origen. Tú ve pensando entre Cantabria, Madrid y Alemania. A lo mejor, para la niña del cántabro y la madrileña, quizás un "matrimonio" entre una anchoa y un boquerón...? Y para el alemán, algo de su tierra."
Mi respuesta fue rápida: "tú estás como una regadera, y lo sabes...", pero l@s que ya me conocéis, sabéis que me va la marcha, así que acepté el reto, una vez más, y ahí que me puse a darle vueltas a la perola. En un principio, lo de la anchoa y el boquerón no lo vi claro, porque, a ver, son dos pescados muy parecidos, así que no sabía si se iba a captar bien el mensaje que Mayte quería transmitir. Lo de la anchoa sí que lo pondría en homenaje al papá cántabro, Antonio, porque no hay nada más representativo de su tierra que la anchoa, sino, que alguien me diga que no ha visto nunca al presidente Revilla hacer promoción! Como para no conocerlas... y bien ricas que están.
Y para la mamá, Viky, madrileña, nada más apropiado que una chulapa, de aquéllas que cantan aquello tan castizo de:
"Anda y que te ondulen
con la permanén,
y pa suavizarte
que te den col-crém.
Se lo puedes pedir
a Victoria Kent,
que lo que es a mí
no ha nacido quién.
Anda y que te ondulen
con la permanén,
y si te sofocas
¡tómalo con seltz!"
Mayte me contaba que las dos mamás de esta historia son gatas, que así es como se conocen a l@s madrileñ@s gracias a una anécdota histórica que data de 1085, cuando Madrid era una ciudad musulmana llamada Mayrit y estaba asediada por el ejército cristiano de Alfonso VI. Una noche, un soldado armado tan sólo con una daga, empezó a escalar las murallas de la ciudad y consiguió colocar la bandera cristiana en lugar de la árabe, y desde ese momento empezaron a apodarlo "gato", mote que también heredó su familia y que se fue transmitiendo como apellido de generación en generación. Se hizo tan conocido que ahora ya es muy habitual llamar gato a cualquier persona que haya nacido en Madrid.
Ana y Peter, madrileña y alemán, son los papás de Emma, que nació en enero, y ya lo de combinar Madrid con Alemania se me hacía un mundo para un cuerpo tan chiquito como el de un bebé. Así que me decanté por hacerle un guiño al origen bávaro del papá con este sombrero tirolés, uno de los iconos alemanes por excelencia. Este sombrero de estilo fedora o borsalino, es original de la región del Tirol, en los Alpes, y de ahí viene su nombre. Suele ser de fieltro verde y va adornado con una cinta y unas pequeñas plumas.
Tanto en un caso como en el otro, yo creo que el efecto está conseguido, que es sorprender a los papás de estas criaturas con algo que les sea muy personal y característico. Mayte es de la opinión de que también va a conseguir que estos entrañables amigos dejen de dirigirle la palabra cuando vean estas locuras, pero... es lo que hay, amig@s, cuando decides confiarle un regalo personalizado a Cá la Fina suelen pasar estas cosas. Si nos juntamos dos que tenemos la cabeza más para allá que para acá, sólo pueden salir cosas como éstas. Mayte, un beso, hija...
Espero en vuestros comentarios que me contéis que os parecido la propuesta de hoy, si lo mío tiene arreglo o no, yo qué sé, lo que os apetezca explicarme, porque yo disfruto un montón con vuestras visitas. Os mando montones de besos y achuchones y espero veros por aquí la semana que viene, quién sabe si más cuerda o más loca... Se os quiere mucho! Chao!