Hola, Finuc@s!
Sí, sí, ya sé que no ha pasado tanto tiempo, lo normal de cada semana, pero a mí me ha parecido eterno!! Y es que he vivido unos días tan intensos que no veía llegar el momento de volver a contactar con tod@s vosotr@s y contaros cómo han ido las cosas... porque mira que hay que contar...
Ya os dije en el anterior post que esta vez dedicaría esta entrada a explicaros un poco cómo han sido mis vivencias en el camino del Rocío de este año, un camino que he vuelto a recorrer junto a la Hermandad de Emigrantes, una hermandad rociera por la que siento especial simpatía y cariño desde hace muchos años por sus orígenes y su historia. Se trata también de una institución en Huelva que, aunque va creciendo año tras año, no deja de tener un ambiente muy familiar y muy acogedor, y resulta especialmente emotivo recorrer el camino hacia la aldea del Rocío junto a ellos.
Muchas veces había ido a despedirles desde la plaza del Ayuntamiento de Huelva, sintiendo la emoción de saber cuántas dificultades les quedaban por superar antes de llegar a su destino y sin embargo, verles caminar impacientes por reunirse con la Señora, la Virgen del Rocío, en su ermita. Hasta que decidí que yo no me quedaba más en la plaza, me marchaba con ellos! Y aunque el año pasado ya hice el camino por primera vez, esta vez tenía el presentimiento de que sería diferente.
Para empezar, nuestro grupo de peregrinos ha crecido, y este año teníamos nuevas incorporaciones de buenos amigos que también han querido vivir esta experiencia única. Para mí lo más especial ha sido vivirlo junto a mis dos hijos: el mayor ya lo hizo el año pasado, pero para la pequeña era la primera vez...
Hoy no os voy a hablar de proyectos de costura, pero...ya os habréis quedado con el detalle de las camisetas, no? Efectivamente, ahí están mis nuevas flamencas, diseñadas especialmente para este Rocío, y de las que ya os cuento más cosas la próxima vez.
Aquí tenéis a estas dos romeras, mi hija y yo, haciendo una paradita en el camino para descansar y contemplar el paisaje, que es una de las cosas más bonitas que tiene el camino, a través de parajes naturales, adentrándose poco a poco en Doñana.
Pero para cosa bonita, ver a los peregrinos caminar tras la carreta del Simpecado, desviviéndose porque llegue a la aldea sin demora ni problemas, y al mismo tiempo deseando que esos instantes sean eternos, que duren para siempre...
Momento más mágico que éste no lo hay, os lo puedo asegurar: es el momento en el que la carreta del Simpecado llega al paraje conocido como "la Charca", un pequeño riachuelo por el que atraviesan las hermandades que vienen por este camino de Huelva, y en el que todas se detienen para cantarle, rezarle y vivir instantes de inmensa emoción...
Yo no lo puedo negar, no me puedo esconder: soy de lágrima fácil. Bueno, no, soy llorona! Pero este año me costó tanto, tanto llegar a este punto del camino (casi la salud), a las puertas ya del final, que cuando lo pisé, brotaban lágrimas de mis ojos a cántaros, no exagero, liberé toda la tensión que llevaba acumulada y, lo que es más importante, vi cumplido mi deseo de ser bautizada como peregrina.
Mi madrina, Antonia, una peregrina con muchos caminos a sus espaldas y en su corazón, me "amenazó" con ponerme "la Llorona" si no me calmaba y disfrutaba de ese momento, pero como a la vista estaba que todo era emoción, finalmente me puso "Alegría del Camino", mientras vertía el agua de la Charca sobre mi cabeza, a Dios gracias, porque lo de la "Llorona" no lo veía yo...como para ir presumiendo por ahí, no?
Después de ese momento mágico de recogimiento y de fervor rociero, no sabes por qué, ni cómo, ni de dónde surge una fuerza interior que lleva a los peregrinos en volandas por las arenas, y con ellos, su carreta, la de su hermandad, la de su Simpecado, la "Concha Peregrina", y en medio de una nube de polvo que no deja ni ver por dónde van, llegan al Rocío.
Y llegando al Rocío, el último paso está en llegar y cumplir con la visita al Santuario, con las caritas desencajadas por el cansancio, llenas de churretes, pero con la satisfacción de haber cumplido una promesa con mucho esfuerzo e incluso, mucho dolor a veces.
Pues ya he cumplido yo también con lo prometido, que era contaros cómo había transcurrido este camino que con tanta ilusión hemos estado preparando durante todo un año. Y podréis pensar "a la vista de cómo han llegado...una y no más..." ¡Pues no! Ya estamos pensando en cómo vamos a organizarnos para el año que viene, porque el grupo aumenta, las ganas aún más, y estamos deseando volver a vivir la experiencia una vez más. De momento quedan en nuestra retina miles de imágenes que son ya recuerdos que no podremos, ni queremos, borrar nunca...
Y a tod@s vosotr@s sólo me queda deciros que en el próximo post os enseño con detalle las camisetas que lucimos Nuria, Sonia, Judit y yo, e incluso estoy pensando en hacer un DIY y enseñaros el proceso que siguen las flamencas para irse transformando poco a poco. Ya hablamos de ello más adelante, ¿os parece? Voy a mandaros, como siempre, montones y montones de besos, y miles de gracias otra vez por acompañarme y estar ahí.