En un visto y no visto se nos ha pasado volando la Semana Santa, ¿verdad? Espero que os haya dado tiempo a descansar un poquito, salir, ver alguna procesión si es que habéis tenido oportunidad... Yo he hecho algo de todo eso, y aunque os dije que me tomaría unos días de descanso "costuril", voy a despedir esta semana de vacaciones y festividad religiosa con una labor que me tocó hacer deprisa y corriendo. Sí, sí, en una tarde y en menos de dos horas, y lo curioso es que salí más o menos airosa, como casi siempre que trabajo bajo "presión", yo no sé por qué será... Fue la confección de un costal.
A l@s que no estéis muy al tanto de toda la "liturgia" que rodea a las procesiones de Semana Santa (y nunca mejor dicho lo de liturgia) os sonará poco o nada lo de costal, como me pasó a mí al principio. Como mucho habréis oído aquello de ser "harina de otro costal"... Pues, efectivamente, en realidad es eso: un saco, o la tela de un saco que usan las personas que sacan en procesión un paso de Semana Santa, y que, por ello, se llaman costaleros. Se lo colocan enrollado sobre la cabeza para que el peso de las trabajaderas o vigas que sostienen el paso, y que recae sobre las cervicales, no les haga daño.
No sé si os pasado alguna vez, pero basta que te hablen de algo para que de repente empieces a verlo por todas partes, cuando antes ni te fijabas. Es lo que me ha pasado estos días viendo las procesiones en Huelva capital, en las que, de pronto, además de contemplar las imágenes, las bandas de música y a los nazarenos o penitentes, empecé a reparar en el detalle de los costaleros y sus costales, cuando antes nunca me había fijado mucho, la verdad. Pero creo que me estoy desviando un poco del tema...
El caso es que mi amiga Mari Carmen, la "Sánchez", como nosotros la llamamos cariñosamente, acudió en mi ayuda para que le ayudase a coser un costal para su hijo Hugo, que quería salir en una procesión infantil en Aljaraque, el pueblo en el que residimos las dos. "Mamá, necesito un costal!" Y Mari Carmen, que tenía más o menos la idea, le faltaban los medios para hacerlo (es decir, la máquina de coser), así que acudió a mí para que la sacase del apuro. Tengo que confesar que, cuando me habló de un costal, primero pensé en una túnica de penitente o un fajín o algo así, hasta que me metí en internet, investigué y vi de qué se trataba: simplemente teníamos que recortar una pieza de tela de sábana de algodón de 1 m de largo por 70 cm de ancho (más los dobladillos) y la misma pieza de tela panamá (la que se usa para bordar a punto de cruz) para coserla encima y darle consistencia al costal. Mari Carmen prefirió la tela panamá, que es más suave y menos almidonada, en lugar de la arpillera o tela de saco que se usa habitualmente para estas prendas, porque resulta un poco más basta para un costal de niño.
Pues nada, con estos materiales, el niño y muchas ganas de charlar de nuestras cosas, se presentó una tarde en mi casa y en poco más de dos horas corté, hilvané y le cosí el costal. Hasta le bordé el nombre para personalizarlo, y si hubiera tenido más tiempo, otros motivos le hubiera bordado también, pero ya os digo que esto fue una labor "exprés"! Por eso os pido que me perdonéis si las fotos no son muy buenas, porque se hicieron deprisa y corriendo con el móvil y sin luz natural...
También me hubiera gustado enseñaros el proceso (aunque es muy sencillo), pero con las prisas no dio tiempo a nada de nada. Por si no sabéis qué es, la almohadilla que veis en la foto es lo que llaman la "morcilla", sobre la que va enrollado el costal y que se coloca en la nuca. Hasta eso nos dio tiempo a hacer. No le faltó "ni un perejil" al chiquillo! Y más contento que nadie se fue aquella tarde listo para salir en la procesión infantil del pueblo, que, como yo le comentaba a la madre, parecía de juguete, todo en tamaño mini: los costaleros, las mujeres de mantilla y, por supuesto, el paso del Cristo...
Ya me parecía a mí raro que me fuese a "escapar" esta Semana Santa sin enseñaros algo de costura o algo de procesiones, y mira por dónde, he conseguido juntar las dos cosas, y de esta manera despedir esta semana de devoción religiosa. De hecho, estoy escribiendo el post viendo la "madrugá" en televisión, mientras desfilan los "armaos" de la Esperanza Macarena en Sevilla, una tradición familiar de todos los años, pero aquí pondré el punto final con otros momentos de la Semana Santa de Huelva, que este año hemos podido disfrutar con unas temperaturas casi veraniegas en la calle, una gozada!
Y una vez terminada la penitencia... vuelvo el miércoles de nuevo con todos los colores y todas las novedades que traerá esta primavera, así que no se os olvide nuestra cita. Os mando millones de besos y de gracias por estar ahí, incluso en vacaciones... Chao!